jueves, 4 de marzo de 2010

SOY UN DESASTRE.

Una vez robé una planta de la vecina cuyo patio daba con la parte trasera de la casa de mi madre. Robé un pedacito de su planta que era como una especie de croto de colores fascinantes. La robe esperando que tenga las mismas hojas en mi patio. La puse en un vaso con agua y espere. Vale decir que mi intesión era plantarla en algún lugar del patio de la casa de mi madre.
Reconozco que le salieron dos raicillas luego de un mes o algo más. Entonces emocionada como un nene con pelota nueva, en épocas de pocas y mínimas emociones busqué la plantera, encontré la tierra, con todo el amor del planeta puse las dos raicillas tristes en la tierra que le compré al señor que se las traia a mi madre desde Aregua. (como si la tierra de aregua fuese magica lo) y me senté a esperar. La planta es hoy historia, nunca dio una hoja, nunca iluminó el corredor como habia querido y mi frustación de jardinera fiel se ahogo como muchas de las cosas que he querido hacer pero no he podido. Y mientras tanto la planta de mi vecina, sigue esplendida, llena de hojas y cada vez mas linda, más colorida, más todo....
A veces, pienso que cuando viajamos y buscamos enraizarnos en paisajes distintos encontramos tierras que no nos acogen, que son acidas, o son simplemente distintas... que las tristes raicillas no llegan a aferrarse a la tierra con fuerza como para crecer. Es asi... las plantas se mueren, otras crecen como el croto de mi vecina.
Camino por Girona y sin darme cuenta siempre termino llegando a la Devessa, como si fuera que estos enormes arboles me llamaran. Camino y el camino me lleva a ponerme siempre debajo a mirar su inmensa altura. Y los miro desde el suelo y me imagino que soy una enana que camina con gigantes. Y veo que mis pies comienzan a tener raices.... No sé si la tierra sobre las que veo nacer mis raices será tierra buena, pero me esperanzas mirar estos arboles desde el suelo... y ver mis pies caminando en la tierra mientras mi corazón abre caminos en el cielo.